Conforme se alcanza el suroeste de Sudáfrica la belleza aumenta exponencialmente si hablamos de naturaleza. La sabana que habíamos visto hasta ahora tiene mucho que ofrecer, pero es inhóspita. El punto culmen llega en Ciudad del Cabo pero antes, exactamente unos 500 kilómetros antes, a la altura de Port Elisabet, comienza una carretera hacia la gloria que han venido a llamar Garden Route o, traducida a nuestra lengua, la Ruta de los Jardines. Aquí tienes que hacer varias paradas obligadas antes de seguir con tu viaje porque las mejores playas, montañas y bosques de la región están cuidadosamente empaquetados.
Jeffreys Bay
Desde Storms River hasta Mossel Bay es técnicamente el trayecto de la N2 que da sentido a ésta escénica carretera Garden Route, una de las más bonitas del mundo.
La noche antes, para estar bien colocados, la hicimos en Jeffreys Bay. Exactamente en uno de sus alojamientos de moda entre los surferos que pueblan esta meca de los deportes eólicos, Hostel Island Vive (desde 45 rands, 32 euros, la habitación doble).
Sudáfrica también es conocida por la práctica del surf y el paraíso de este deporte en este país está en Jeffreys Bay (conocida también como J-Bay). Aquí estarás en uno de los cinco destinos más importantes del mundo del surf (es sede de campeonatos de surf anuales como el Billabong Pro ASP, porque en esta bahía se mezclan las corrientes cálidas procedentes del océano Índico con las del Atlántico, creando así unas condiciones marítimas y de oleaje únicas.
Amanecimos antes que lo hiciera el sol. Nuestra situación, en una pequeña duna sobre la playa, invitaba a madrugar y ver nacer un nuevo día desde ese lugar. Antes de que los surferos se prepararan para coger buenas olas, nosotros ya íbamos encaminados hacia una de las primeras paradas obligadas de la Garden Route, el Parque Nacional de Tsitsikamma (entrada acceso 168 rands, 12 euros). En esta reserva con vistas privilegiadas al Índico se puede pasar un día de lo más agradable.
Parque Nacional Tsitsikamma
Las opciones son muchas una vez se pasa la barrera de acceso al parque Tsitsikamma. Justo en la desembocadura del río Storms se eleva un puente suspendido que da miedo. Por debajo del mismo se puede hacer kayak. Este parque no es para hacer safaris y ver animales, para eso están otros tantos, aquí se viene para admirar el paisaje y caminar con vistas privilegiadas al Índico.
Desde el aparcamiento parten varias rutas de duración y tiempo variable (hay pequeños senderos de 1 kilómetro a la desembocadura y algunos más largos de 3-4 horas a unas pequeñas cascadas). Mouth Trail, de no más de una hora y de nivel fácil, es el más conocido, ya que es el que incluye los famosos puentes colgantes. Si vas con un poco más de tiempo puedes hacer el Waterfall Trail, de unos 6 kilómetros.
Y para dormir, si reservas con tiempo, la maravilla de soñar con el ruido de las olas rompiendo a unos metros de los apartamentos. Una vez más, nosotros, que nos gusta muy poco planificar ni reservar con antelación, nos quedamos sin espacio para pasar la noche. Seguimos hasta Plettenberg Bay donde encontramos un buen hotel y un mejor restaurante, Enrico.
Está a aproximadamente 30 minutos en automóvil desde Noetzie hasta la elegante Plettenberg Bay, conocida como ‘Plett’ para todos, incluidos cientos de familias adineradas de Johannesburgo que tienen grandes casas de vacaciones allí.
Knysna
El pueblo de Knysna, quizás el más bonito de Sudáfrica, ha hecho caso omiso de su antigua imagen de escondite hippie soñoliento y hueco para asumir un papel protagónico en el desarrollo de Garden Route. Antes de continuar hacia Plettenberg Bay, la autopista N2 se metamorfosea brevemente en Main Street de Knysna.
Afortunadamente, el casco antiguo en sí, con sus calles anchas, arboladas y casas victorianas, se ha conservado, aunque la mayoría de los turistas se dirigen a Knysna Quays, un complejo de ladrillos, acero y adoquines frente al mar construido especialmente con tiendas de ropa y artesanías, galerías, bares y restaurantes. Aquí nos pusimos de ostras hasta arriba.
Las mejores playas están en los alrededores de Knysna, como Buffalo Bay, Wilderness y Victoria Bay, en la N2 hacia Mossel Bay, o Noetzie Beach en la dirección opuesta.
Oudtshoorn
Casi todas las actividades que se ofrecen en Garden Route son al aire libre, desde golf hasta kayak, ciclismo de montaña y equitación, piragüismo y puenting, vuelos en planeador a motor y paseos en el tren de vapor Outenique Choo Choo entre George y Knysna. Además, hay caminatas y paseos por la naturaleza en las diversas reservas naturales, además de avistamiento de ballenas y tiburones blancos (esto último te lo contamos en el siguiente post).
Pasado el puenting más alto del planeta, que coge de camino pero que no nos atrevimos probar y cambiamos por las ostras en el pueblo de Knysna, nos desviamos de la N2 para ir a Oudtshoorn, el pueblo de los avestruces. Este animal originario de África, el ave más grande del mundo, tiene en este rincón un lugar de culto.
Son muchas las granjas que ofrecen conocer más de este peculiar ‘bicho’. De entre todas hay una que destaca por su servicio, buen trato y precio: Safari Ostrich Show Farm, 110 rands (8 euros). Se aprende en un museo donde enseñan muchas particularidades de las avestruces (muy interesantes), se visita la granja, se puede alimentar a las aves y, lo más divertido, al final se puede uno montar en una avestruz (si pesa menos de 70 kilos).
Cabo de las Agujas
Al día siguiente, dejando ya de forma oficial la Garden Route nos desviamos para conocer un punto alejado del turismo que teníamos muchas ganas de conocer: el Cabo de las Agujas (L´Agulhas). Este parque, al no ser turístico, es de los pocos en los que no hay que pagar para entrar). Es domingo, las calles están desiertas. Podría parecer que el día de fiesta saca a los sudafricanos a la calle pero es todo lo contrario, ni un alma. Antes de llegar pasamos la Tradouw Pass, un valle entre montañas rocosas que es el mejor prólogo al paisaje desolador que nos espera en el, oficialmente, punto más al sur del continente africano.
Nos gusta este turismo inhóspito que ya hemos descubierto en este país y en otros lugares del planeta. Un cabo, un faro, las condiciones meteorológicas más adversas que se puede imaginar, naturaleza salvaje y una placa que señala el punto que separa el Atlántico del Índico.
Para dormir, no busques más (nosotros elegimos el lugar con mucho ahínco, Ocean View Guest House, 800 rands, 57,5 euros). Para comer, auténtico fish&chip, L´Agulhas Seafoods (merluza, caballa y, sobre todo, calamares frescos con patata) es el sitio. ¡Delicioso!
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Buenas, una consulta .. cuantos dias le llevo realizar la ruta jardin ??
Gracias !!
Siiiiii…. María José montada en un avestruz?, ja,ja,ja,ja