Dejamos el norte de Laos para seguir descubriendo hasta el último rincón del país, este territorio que cada vez brilla con más luz en el sudeste asiático. Vamos bajando por el centro para contarte todo lo que ver en Vientiane, pero antes pasamos por Vang Vieng, luego continuar por Tadlo y terminar en el sur con las maravillosas 4.000 islas. Comenzamos.
Desde Nong Kiaw, norte de Laos, nuestro primer destino en esta ruta era Vang Vieng. Para llegar hasta allí, la aventura nos volvió a acompañar. El primer tramo, tres horas en sawngthaew (una moto carro con un remolque con dos hileras de asientos de madera, 40.000 kips, 3,6 euros) con una sobre-población de pasajeros que triplicaba el espacio para ocho viajeros reglamentarios. A pesar de las estrecheces el viaje se hizo ameno gracias a la compañía. Conocimos a la familia Semeria, un pareja valiente de franceses que hicieron un paréntesis en sus vidas para compartir con sus tres hijas una vuelta al mundo y construir un proyecto de futuro universal.
La parada para cambiar de bus era en Luang Prabang. El autobús que nos iba a llevar a Vang Vieng (110.000 kips, 10 euros, 6 horas) debía salir a las 14.00 horas. Cuando pasaron cinco minutos y a nadie se le ocurrió montarse nos dio por ir a la ventanilla de información a preguntar. Efectivamente nuestro transporte no iba a salir. Al menos hasta que se llenara… Eso fue a las 17 horas, después de que el reloj diera 180 vueltas del minutero.
Todavía nos faltaba sufrir una avería por el camino, una ida llena de curvas y la comodidad que dan los 0,2 metros cuadrados por pasajero entre butaca y butaca. A filo de la media noche llegamos.
Todavía nos quedaba encontrar alojamiento en un pueblo donde los turistas son crápulas de la noche, pero los locales no perdonan un minuto de sueño después de las nueve. Nos tocó despertar a la dueña del único hostal que estaba abierto, Sivilay Guest House. Al día siguiente descubrimos que estábamos casi en medio de la nada. No muy lejos está uno recomendado, el Maylin Guest House, pero a día de hoy las opciones cómo éstas se cuentan por centenas. Nos cambiamos a uno con piscina y más cercano al pueblo, Faraway Suites.
Vang Vieng
Vang Vieng, un pequeño pueblo a tres horas de la capital de Laos que se ha ganado fama mundial entre los mochileros, es mucho más de lo que venden las guías. Un río entre hermosas montañas de origen kástico es el que tiene la «culpa».
A algún listo del pueblo se le ocurrió alquilar las cámaras de los camiones como flotadores para descender el río Nam Song, un afluente del Mekong (el más largo del sudeste asiático), y por la orilla del mismo, otros listos montaron varios bares para abastecer las ansias de alcohol de los guiris que llegan. De esta manera nació el tubing (alquiler flotador 55.000 kips, 5 euros, 60.000 kips de fianza, 5,4 euros), una «modalidad deportiva» divertida para hacerla entre amigos en la época de lluvia.
Los tres kilómetros que dura el trayecto, en nuestro caso, en época seca, se nos hicieron largos y sólo lo aderezaron algunos encuentros en el río con los niños y los monjes que disfrutaban de su día de domingo.
Otras opciones son alquilar un kayak o una moto para descubrir las cuevas que hay en los alrededores, como Poukham Cave, y el espectacular Blue Lagoon. Asimismo, se puede subir a la montaña Pha Ngeun para contemplar unas vistas estupendas de todo el valle.
Vientiane
Vientiane, la pequeña capital de Laos (200.000 habitantes), nos esperaba. Ésta manejable y coqueta ciudad da para poco, pero lo necesario para descansar un par de días. No hay ruidos, ni caos circulatorio y la gente se muestra amable.
Las opciones para pasear (cuando cae la tarde, porque de día es imposible por el calor y la humedad) y para comer son innumerables. Planificamos sólo una noche y nos quedamos tres (en nuestro más que correcto, Barn1920s Hostel).
Esas jornadas las repartimos para poner orden en nuestras mochilas, ir a darnos un muy buen masaje laosiano a uno de los recomendados de la ciudad, White Lotus Massage and Beauty (50.000 kips, 5,5 euros el masaje de una hora), y para participar en uno de los entretenimientos de los jóvenes capitalinos, una partida de bolos (13.000 kips, 1 euro).
A nivel puramente turístico, compaginar las horas de apertura de los principales atractivos que ver en Vientiane, como el monumento nacional y religioso más importante, el Templo de Pha That Louang, es francamente complicado por el sofocante calor que no da una sola tregua. Además es mejor verlo al atardecer por los efectos de la puesta de sol en su superficie dorada.
Puedes hacer un tour guiado por la capital de Laos para no perderte ningún detalle:
La única manera de aliviar la situación es moviéndose con tuk tuk, previo duro regateo con los conductores. Asegúrate de visitar el monasterio budista, conocido como Wat Sisaket, y Wat Si Muang, unos de los templos más populares de la capital. Además de los templos, el Museo de Arte de Laos, ubicado en el antiguo templo real de Haw Pha Kaew, el Museo Nacional y el Museo Revolucionario Laos de la era socialista también merecen una visita. Unos imprescindibles que ver en Vientiane.
Tadlo
Por ahora nuestros días en Laos estaban siendo magníficos, a pesar de la climatología y la paciencia con los transportes. Los sitios marcados en rojo en el planning de todo viajero se estaban cumpliendo. Ahora queríamos perdernos para descubrir un Laos genuino. Nos hablaron de una zona que empezaba a ser frecuentada por viajeros pero a cuenta gotas, Tadlo, a 2 horas de Pakse, una ciudad ribereña del Mekong.
Para llegar hasta allí primero hay que hacerlo a este importante nudo de comunicación en el sur. Un autobús cama (170.000 kips, 15,5 euro), el primero de nuestro viaje (siempre optamos por butaca, que aunque no lo parezca pueden llegar a ser más cómodas, y siempre más baratas).
La experiencia, que merece la pena a pesar de no poder pegar ojo por las curvas, baches y apartados «varios» en el viaje, consiste en compartir un trozo de suelo con un colchón que se divide a cada dos pasajeros (sino se conocen también tienen que compartir colchón). Por suerte nosotros ya habíamos dormido alguna vez que otra juntos… y esa parte la llevamos muy bien. 🙂
Lo cierto es que a Tadlo (también escrito Tad Lo) llegamos cansados, pero era el mejor lugar para hacerlo. El autobús nos dejó en el cruce y hasta el pueblo aún nos quedaban 2 kilómetros de caminata.
El ambiente rural salpicado por animales sueltos a cada paso, las humildes casas de sus habitantes dedicados en cuerpo y alma a la agricultura de subsistencia (como el 80 por ciento de los laosianos), la sonrisa de cada local que se cruzaba a nuestro paso y las verdes montañas con los cafetales que le dejaron en herencia los franceses, hicieron de nuestros primeros momentos en la zona conocida como Bolaven Plateau, o Meseta Bolaven, una delicia para los sentidos. Estábamos felices.
Después de la siesta del membrillo (creo que se llama así pero hay que comprobarlo). En otros lados se conoce como siesta del borrego o del gitano, esa que se hace antes de almuerzo, estábamos listos para conocer la zona. Varias cascadas a las que se puede ir caminando y piscinas naturales repletas de niños que pasan el tiempo en sus vacaciones.
Precisamente los niños son los otros protagonistas de este pequeño pueblo. Ellos le dan vida, alegría y simpatía. En el alojamiento en el que nos estábamos quedando, Fandee Guest House, regentado por una pareja francesa, se arremolinaban en la mesa de la choza que hace las veces de recepción una multitud de niños con ganas de hacer cosas, aprender y jugar.
Con un avión de papel tienen para entretenerse una mañana, con un cuaderno de notas, para todo un día. Tumbados en una hamaca pasamos el resto de la tarde observándolos. Son niños y disfrutan como tal. A su lado también trabaja un albañil. Él solo empezó a construir esa mañana una ampliación de un techo con un serrucho y varias cañas de bambú. Nada más. A esta hora lo tiene casi listo. Es el arte de la adaptación. Enorme clase maestra la de estos niños y este adulto a estos dos urbanitas que suscriben. No hace falta visitar grandes catedrales ni museos para aprender…
A la mañana siguiente nos volvíamos a despertar felices. Es fácil cuando todo lo que te rodea es positivo, es agradable, es bonito. Teníamos que probar el café local y lo hicimos en el restaurante Sabani Sabani, que montaron una catalana y un laosiano. La charla con la que acompañamos la taza de café también sirvió para seguir con la tendencia del día. Fue el mejor prolegómeno a un día inolvidable.
El verano anterior, en Tailandia, tuvimos la gran suerte de poder sentir la emoción de estar rodeados de elefantes en medio de la jungla. En Laos, el país que perteneció a un reino conocido como el Reino del Millón de Elefantes, queríamos repetirlo porque la oportunidad estaba servida en bandeja. Cada tarde en Ban Nongtoung, junto a Tadlo Lodge, puedes ver a los estos enormes animalitos refrescarse en el río a eso de las 16.30 horas (es gratis). Disfrutan de su mejor momento del día, además de la mañana, que también puedes verlos a eso de las 7 horas.
Las 4.000 islas
Dejamos atrás Tadlo con la pena con la que se abandonan ciertos lugares del mundo que desde ese mismo instante ya forman parte de tu corazón. Al sur del sur, nos quedaba una geografía particular por conocer, Si Phan Don, las 4.000 islas. El caprichoso cauce del río Mekong ha convertido pequeñas, medianas y grandes zonas arenosas en lugares habitables. De ente todas las islas (Don Tao, Don En, Don Khon,…), nos decantamos por la isla Don Det.
Ya habíamos estado en islas en el mar, en islas en lagos, pero no en islas en ríos durante nuestra vuelta al mundo… ¡alucinante! En sus pocos kilómetros cuadrados hay varias zonas bien diferenciadas, una más movida, junto al puerto donde llegan los barcos desde el puerto principal, Nakasong (15.000 kips, 1,3 euros), y otra, más alejada, donde reina la calma (hace falta tomar otro barco por el mismo precio). Allí dimos con nuestros huesos húmedos por el calor infernal que pasamos en el viaje y con la mochila que, no sabemos por qué, cada día pesaba más…
Fueron varios los viajeros que nos recomendaron el Rudi Mental Holiday Lodge pero estaba en obras. Sobre la marcha tuvimos que recalcular: Mr. Phao´s Sunrise Bungalow. Acertamos. Lejos del centor, pero nos encantó.
Aquí, para no romper la racha, los días también son tranquilos. Se puede alquilar una bici por menos de 1 euro para descubrir la isla, ir a ver los peculiares delfines que navegan por estas aguas (hay que consultar la fechas en las que se pueden avistar) o, simplemente, observar, admirar y disfrutar. Nosotros ya estamos inscritos en el club de amantes de Laos. Lo mejor del sudeste asiático. Como tú, ninguno.
Mapa de Vientiane
¿Qué te ha parecido nuestro post sobre que ver en Vientiane y otros destinos del centro y sur de Laos? ¿Alguna duda? ¿Incluirías algo más para este viaje? ¡Cuéntanos! Estamos deseando leer tus consultas, propuestas y experiencias. ¡Deja tu comentario más abajo!
Gastos de viaje a Laos (precios 2014)
- Día 5: transporte a Luang Prabang 80.000 kips (7,3 euros) + tuc tuc estación norte a estación sur 30.000 kips (2,7 euros)+ autobús a VangVieng 220.000 kips (20 euros) + comidas 60.000 kips (5,4 euros) + alojamiento 50.000 kips (5,4euros). Total: 460.000 kips (41,8 euros)
- Día 6: alquiler 2 flotadores para tubing 110.000 kips (10 euros) + comida 60.000 kips (5,4 euros) + snacks 15.000 kips (1,3 euros) + alojamiento 80.000 kips (7,2euros). Total: 260.000 kips (23,6 euros)
- Día 7: autobús VIP a Vientiane 80.000 kips (7,2 euros) + comida 60.000 kips (5,4 euros) + internet 50.000 kips (4,5 euros) + tuc tuc desde la estación al centro de la capital 30.000 kips (2,7 euros) + supermercado 70.000 kips (6,3euros) + alojamiento 100.000 kips (9,1 euro). Total: 390.000 kips (35,5 euros)
- Día 8: almuerzo bufé 100.000 kips (9,1 euro) + lavandería 50.000 kips + alojamiento 100.000 kips + 2 masajes laosinanos 100.000 kips (9,1 euro) + partida de bolos con alquiler calcetines 42.000 kips (3,8 euros) + varios 8.000 kips (0,70 euros). Total: 400 kips (36,5 euros)
- Día 9: alojamieno 100.000 kips (9,1 euro) + supermercado 60.000 kips (5,4 euros). Total: 160.000 kips (14,5 euros)
- Día 10: supermercado 60.000 kips (5,4 euros) + bus cama a Pakse 340.000 kips (31 euros) + comida 100.000 kips (9,1 euro) + tuc tuc ida 20.000 kips (1,8 euros). Total: 520.000 kips (47,3 euros)
- Día 11: tuc tuc urbano de una estación a otra en Pakse 40.000 kips (3,6 euros) + bus local a Tadlo 60.000 kips (5,4 euros) + alojamiento 40.000 kips (3,6 euros) + cena 80.000 kips (7,2 euros). Total: 220.000 kips (20 euros)
- Día 12: desayuno 50.000 kips (4,5 euros) + paseo en elefante de una hora para dos personas 200.000 kips (18 euros) + alojamiento 40.000 kips (3,6 euros) + comidas 90.000 kips (8,1 euro). Total: 380.000 kips (34,5 euros)
- Día 13: tuc tuc desde Tadlo al cruce donde pasa el bus 20.000 kips (1,8 euros) + bus local a Pakse 60.000 kips (5,4 euros) + bus camioneta hasta Nakasang 80.000 kips (7,2 euros) + transporte en barco hasta Don Det y desde el muelle a nuestro alojamiento (2 viajes) 60.000 kips (5,4 euros) + varios 10.000 kips (0,9 euros) + cena 60.000 kips (5,4 euros) + alojamiento 35.000 kips (3 euros). Total: 325.000 kips (29,5 euros)
- Día 14: alojamiento 35.000 kips (3 euros) + comidas 70.000 kips (6,3 euros). Total: 105.000 kips (9,5 euros)
Artículos que hemos escrito sobre Laos:
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Jajajajjaaj
Era la época seca del río, por lo que tuvimos que remar con los brazos tres horas… Si hubiese sido en la época buena, en una hora llegábamos al pueblo y sin tener que hacer ejercicio… pero bueno… lo pasamos bien al final.
Y es totalmente cierto lo que dices, las personas y los momentos hace que cada lugar sea diferente y se aprecie de forma distinta por cada viajero.
Eduuu, sólo queda un mes!!! Cómo pasa el tiempo… y parece que fue ayer cuando nos hiciste la visita a Sevilla para ayudarnos con la aventura…
Abrazos enormes
Weones, si el tubbing se os hizo aburrido fue porque no lo hicisteis bien! Hay que beber como si se acabara el mundo en los bares de la orilla!!Desaboríos sois, de verdá!
Que os gustara Vientiane es la prueba que cada uno vive una experiencia distinta cuando viaja… a mí me pareció terrible!
En que Laos es lo más auténtico de la región estamos de acuerdo, yo también amo ese país.
La mochila pesa más porque cargáis con la experiencia.
Un abrazo,
Edu