Todavía no aprieta el calor en Doñana (Sevilla), desde donde escribo esta crónica tan especial. Es muy temprano. El gallo acaba de dejar de cantar. Los pájaros le dan el relevo. Estoy junto a un Parque Nacional, rodeado de exuberante naturaleza. Quiero sentir cerca el petricor después del rocío del alba. Necesito estar cerca de este entorno para responderme a preguntas recónditas que tienen difícil repuesta.
He decidido poner una vieja bola del mundo que tenía en mi estantería junto a mi ordenador. Quiero redactar este texto que me remueve el alma cobijado por los mares, océanos y países de este lugar llamado mundo. Porque quiero soñar despierto qué fue, qué pasó. Y hacer el más profundo de mis movimientos: un viaje a mis orígenes.
Contenido
La gala de los (no) premios
Era finales de noviembre de 2016. María José y yo cogíamos un tren rumbo a la capital. Estábamos atacados de los nervios. Nos habían nominado como mejor blog de viaje por Atomarpormundo en los prestigiosos Premios Bitácoras. Los días previos fueron de incertidumbre, de dudas, de discusiones por todo. La posición donde se dejaba el salero, las arrugas de la cama a medio hacer o el libro olvidado en la mesa del comedor también tenían la culpa de todo. Estábamos a flor de piel y nos afectaba lo más mínimo.
Hacía exactamente tres años que decidimos tomar la que, hasta ahora, ha sido la mejor decisión de nuestras vidas, dar la vuelta al mundo por 20 euros al día. Este viaje que transformó nuestra existencia, marcó también el origen del premio al que estábamos nominados, el blog que creamos para contar nuestras experiencias por el planeta. Las horas de trabajo acumuladas, las noches sin dormir, los infinitos kilos de ilusión puestos en el proyecto, iban saliendo a flote conforme se acercaba el momento de empezar la gala de los premios.
Recuerdo que sobre la butaca de los nominados había una bolsa con varios regalos y detalles en su interior. Entre los panfletos y una taza había una cartulina repleta de fotos de viaje. Me llamó la atención y me puse a leerla. Era una propuesta de Momondo, el comparador de vuelos y hoteles y uno de los patrocinadores del evento. En el papel ponía: “Tenemos un kit de adn para todos los ganadores y una gran sorpresa”. Por la parte de atrás, seguían escribiendo sobre la mejor campaña que nunca antes habrían inventado para un viajero: “El ganador final podrá gastar el premio con el fin de visitar uno o varios países que se muestren en sus resultados de adn”.
¡Uf! En ese momento reconozco que se me olvidó el Bitácoras, la gente que tenía alrededor y hasta la sed que me obligaba a beber un trago de agua cada cinco minutos. Mi imaginación iba muy rápido. Ya estaba volando a los lugares en donde pensaba que estarían mis orígenes. Recuerdo con detalle el vídeo de esa campaña en internet. Lo había visto meses antes. 67 personas de diferentes nacionalidades se enfrentaron a un test de adn creyendo que conocían bien sus orígenes. El resultado fue del todo sorprendente. El destino me había puesto una oportunidad única en el camino. Iba a poder responder a una pregunta que llevaba mucho tiempo haciéndome.
A cada minuto que pasaba de la gala apretaba con más fuerza la mano de MJ. Hasta tres veces me levanté para ir al servicio. No podía estar quieto. El móvil era mi válvula de escape entre twits y fotos para otras redes sociales. Pasaban las categorías y la de viajes no llegaba. Nunca antes había estado tan nervioso.
El estado emocional ya había traspasando la barrera fisiológica. ¡Tenía fiebre! La inquietud, el desasosiego, la desazón me estaba matando poco a poco. Por fin nombraron a la ganadora de nuestra sección: Laura Lazzarino del blog Los viajes de Nena. Por el premio no había nada que reprocharse. Había ganado una viajera nata, una escritora con exquisita pluma y mucho talento, una buena persona. Nos quedamos a las puertas pero, en lo más profundo de mí ser, mi gran pena era que me quedaba sin mi test de adn por no ser uno de los ganadores…
Mi segunda oportunidad
Las bases de los concursos, tan jodidas en muchas ocasiones, se habían acordado de nosotros esta vez. Decían que recibirían su test de adn para conocer sus orígenes todos los ganadores y los tres finalistas de la categoría de viajes. ¡Esos éramos nosotros! Cuando lo supimos, inmediatamente, MJ y yo nos miramos. Solo había un test. Ella, casi sin esperar un segundo, me respondió: “no te preocupes, te dejo que tú te lo hagas, sé lo que supone para ti”.
Verdaderamente este viaje a mis orígenes es algo muy importante para mí. La inquietud me ha perseguido durante toda mi vida. Siempre veía mucho más allá de la foto familiar de los primeros viajes pegada en el álbum o detrás del cajón lleno de viejos retales que guardaba mi abuela en un destartalado armario en un precioso patio lleno de flores. Sabía que tras la apariencia de normalidad había muchas historias por descubrir… y desde hacía mucho quería saber la historia de mi vida.
Mi familia es de Cádiz, de El Puerto de Santa María, un pueblo marinero en el que vivieron los fenicios, los romanos y que llegó a su máximo esplendor en la época del Descubrimiento de América. El núcleo más importante, mis padres, mis hermanos, mis tíos, mis primos, siempre han vivido y echado raíces en esta tierra. Yo soy el raro de mi familia. El que desde hace muchos años cogió las maletas para vivir en el mundo, con paradas puntuales en Sevilla. Desde las décadas que la memoria familiar alcanza a acordarse, todos los miembros han nacido y crecido en diferentes pueblos de la provincia de Cádiz. Yo nací y crecí aquí pero me hice mayor caminando entre países.
El ser humano busca continuamente la justificación. Por eso imagino que yo tenía que encontrar mis orígenes. De alguna forma quería saber que mis antepasados también viajaron. Que se movieron para encontrar ríos, buscar alimentos o huir del frío. No podía entender que todo mi mundo pudiera girar en torno a un trozo tan pequeño del planeta. Muy bonito, seguro, pero una ínfima parte del total de la humanidad.
Mientras mi cabeza iba construyendo el mapa de mi vida, el tiempo pasaba sin tener noticias del estudio del adn. Fantaseaba con MJ de qué lugares del mundo provendrían mis antepasados. Siempre bromeábamos diciendo que tenía que salir Marruecos a tenor de mis rasgos árabes bien marcados. Es el único lugar que daba por seguro. Sí, por la nariz puntiaguda también. Incluso cuando escribimos en papel usado una lista inventada, apuntamos países exóticos y lejanos como Australia o alguno de América Latina del que sería un honor formar parte. Del resto no sabía si, como decía mi historia familiar reciente, se limitarían a España, o si hubo algún día un loco antepasado aventurero en mi familia que se moviera de un lado para otro con el petate cargado.
¿De dónde soy?, ¿de dónde vengo?
Acababa de llegar de un viaje a Alemania. Venía de una feria de turismo. No miento si digo que durante esos días vi a gente de casi todo el planeta. Nada más aterrizar en Sevilla, la primavera temprana me dio la bienvenida. Prácticamente no hacía frío y ya las flores empezaban a desperezarse después de un corto invierno. Llegué contento. Las cosas fueron bien y el anuncio de que llegaba mi estación preferida, me sacaron una gran sonrisa. De vuelta a casa, en el coche, seguía pensando en el test. Hacía ya muchos meses que lo mandé y todavía no sabía nada.
La deformación profesional hizo que abriera el ordenador nada más llegar a casa. Entré en la web de la empresa encargada de hacer el test (Living ADN. 160 €) y ahora sí. Podía ver mis resultados. Los resultados estaban en inglés. No atinaba a leer, estaba inquieto. Quería saber y a la vez compartir. Estaba a un paso de conocer mi historia escrita. ¡Qué hermoso!
Recuerdo el momento de abrir los resultados con emoción. Gritaba para que MJ viniera a la vez que me iba acercando a mis orígenes. Vi que un 92 por ciento de mis antepasados provenían de Europa pero me fui a los comienzos más primarios de mi historia. El test decía que estaban en Asia, en Chechenia y en Sindh. De Chechenia sabía algo pero de Sindh no tenía ni idea. El mapa me dio la respuesta: mis orígenes están en Chechenia (Rusia) y en ¡Pakistán!
El sentimiento que me embargó debe ser parecido al que tiene un hijo que necesita saber más del padre que no conoce o el de un padre que quiere saber del hijo que nunca conoció. Mi tierra, mi cultura… A la que, por desconocimiento, tantos años le he dado la espalda, por pensar que era un imposible. Ahora imagino a mi “tatarataratarataratara” abuelo (con exponente al infinito) paseando cabras entre árboles de laurel al sur de Pakistán en un paisaje que, por momentos, podría ser mi Andalucía. Mi cabeza viaja en el tiempo para ver a mi “tatarataratarataratara” abuela (con exponente al infinito) abrigada con una trenca de lana tejida por ella al abrigo de la chimenea y encargándose de la recolección de corcho en temporada. Voy con ellos de la mano mientras me presentan con orgullo a sus vecinos. “Este es nuestro nuevo nieto. Nació muy lejos pero es de aquí, de toda la vida”.
Pedacitos de ti
Por momentos, esta historia parece una novela y en otros, una crónica. Pero todo es real como la vida misma. Me ha encantado saber que soy paquistaní y checheno pero también que soy ciudadano del mundo. Gracias a la madre que me parió y al padre que me engendró, mi mapa genético es maravilloso. Por parte de mi madre soy de 46 países y regiones distintas del mundo. Y por la parte paterna, de muchos menos pero todos sorprendentes.
Ellos se enterarán de sus orígenes cuando lean este texto que les enseñaré antes que a nadie. Y sabrán que por la parte de mi madre, aunque ni se lo imagine, un 28 por ciento proviene del País Vasco. Y así, a trocitos, se compone de un mapa de Europa casi completo: Portugal, Finlandia, Dinamarca, Estonia, Irlanda, Italia, Rumanía… Mi padre, que siempre se ha dicho serio, seguro que no se ha planteado nunca que sus orígenes venían de lugares más lejanos que los de la península ibérica. Sus antepasados provienen de Noruega y Suecia. Sí, mi papa, ese hombre alto, grande, moreno y con bigote durante tanto tiempo viene de los países nórdicos.
España, Portugal, Italia, Francia, Rusia (Chechenia), Pakistán… La búsqueda de mis orígenes ha hecho que me reencuentre con el lugar que siempre pensé que era mi casa, el mundo. Ahora lo sé a ciencia cierta. Mi curiosidad ha marcado mi viaje más especial, el que navega por la historia de mi vida. Ahora sé que estoy hecho de pedacitos de ti, mundo. Gracias este atrevimiento, ahora más que nunca, creo en lo diferente. Quiero ser embajador por el mundo de tu diversidad. Me gustaría unirme a tu lucha en contra de los prejuicios. Descubrir nuevos horizontes. Encontrar a las miles de buenas personas que pueblan la Tierra y la hacen un poco mejor. Vivir. Sentir. Viajar.
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Me ha encantadoooo, muy emotivo, es realmente sorprendente ver de los pedacitos que estamos hechos y saber de alguna forma que un antepasado muy lejano emprendió ese viaje hacia donde estamos ahora mismo. Entiendo tu emoción porque yo la sentí hace unos días cuando recibí mis resultados… Eso sí, sólo tardó un mes je je je ¡muy pronto contaré más!
¡Qué bonito artículo! Yo estoy a la espera de los resultados y es cierto que como tú, desde que lo hice le doy muchas vueltas a lo que pueda salir.
¿Tienes pensado ir a alguno de los países que ha salido y redescubrirlo?
Enhorabuena por el vídeo, es muy bueno!
Un abrazo!
Un relato muy sentido y emocionante al mismo tiempo. Es normal, un viaje a los orígenes siempre trae consigo sensaciones encontradas, incluso contradictorias, como esas que tú sentías el día de la gala de los Bitácoras… 😉
¡Saludos pareja!
Nos ha encantado el relato y el poder descubrir cuales son tus antepasados. Quién lo diría que tienes antepasados de tantos lugares dispares en el mundo, ¡Es genial!. La verdad que estaría muy chulo poder realizar este test y conocer de donde venímos.
Un abrazo chicos 😉
Bueno, después de leernos todos los paises que forman parte del ADN de José Pablo… ¡Nos quedamos con lo importante! También eres de Euskadiz!! jajaja Un 24% de Euskadi, y la mayor parte de tu vida viviendo en Cádiz, te hace miembro digno de nuestro mundo. jajaja Bromas a parte, está super guay el estudio del ADN, ¡a nosotros nos encantaría hacernoslo también!!